24.8.16

DDUM 316 / HERMOSO TEXTO DE ARIEL HENDLER / ARQ

"Sin saber que la cámara lo está enfocando, el arquitecto Gustavo Nielsen cruza los dedos de su mano derecha mientras una grúa deposita un pesado bloque de hormigón de varias toneladas sobre un voladizo. Por si alguien creía que sólo los futbolistas tienen cábalas. Su plegaria es atendida, y entonces casi puede decirse que el Monumento Nacional a las Víctimas del Holocausto está terminado, después de un largo proceso que llevó desde el concurso, en 2009, hasta su inauguración, a principios de este año, con una infinidad de obstáculos en el medio.
Esta es precisamente la historia que cuenta el recién estrenado documental Monumento, del cineasta Fernando Díaz, que sigue las peripecias de los proyectistas, Nielsen y Sebastián Marsiglia, por concretar su obra contra viento y marea: desde las objeciones que recibió la obra por parte de algunos miembros de la colectividad judía hasta las vicisitudes propia de toda obra de mediana o gran envergadura. “Los vi disfrutar y padecer la obra con todo el cuerpo, transpirar y jugar con los materiales como si fueran chicos. Es todo natural, no hay estetización”, cuenta el director.
Tampoco hay artificio en la escena que muestra las duras objeciones que los proyectistas debieron soportar cuando presentaron su proyecto en el Museo del Holocausto de Buenos Aires; a las que Nielsen y Marsiglia contestan explicando el carácter “poético” y “no necesariamente testimonial” de su creación. De hecho, la obra consiste en un muro de 40 metros hecho con cubos de hormigón, en cuya superficie se ven las huellas horadadas de una multiplicidad de objetos de uso cotidianos: utensilios, juguetes, herramientas y demás, que subrayan el carácter universal de la genocidio. “Donde hay un hueco falta un ser humano”, explica Nielsen.
Es que hay “otra” historia que atraviesa toda la película, y es la de los propios sobrevivientes del Holocausto que viven aún en Argentina, muchos de ellos nucleados en la organización Generaciones de la Shoá. De hecho, el documental está dedicado a una de ellas, Judit Horvat, quien falleció antes de ver terminado el monumento pero llegó contar ante la cámara su encuentro con el temible médico genocida Joseph Mengele, a quien le mintió sobre su edad y así consiguió salvarse de la muerte rápida destinada a los niños en los campos de concentración.
“Son las contradicciones inevitables que surgen en una obra como esta -explica el director-. Por un lado el horror, y por el otro, la satisfacción de haber podido capturar ese testimonio.” Estos relatos en primera persona aparecen a través del Proyecto Aprendiz, una iniciativa que consiste en contactar a un sobreviviente con un joven que reciba su testimonio personal de la Shoá y poder transmitirlo a su vez a la generación siguiente, de modo de mantener viva la historia oral. Díaz optó por mostrar esta experiencia de una forma apenas ficcionalizada con el aporte de una actriz, Wanda Holsman, que interactúa con el sobreviviente Mendel Selkzer.
El documental incluye también secuencias filmadas en el memorial del Holocausto de Peter Eisenman en Berlín -obra que Nielsen y Marsiglia reconocen como inspiradora- y en Auschwitz, Polonia. Nielsen cuenta que su guía turístico por los sitios de memoria en Alemania fue un joven condenado por su activismo neonazi, que de esa forma cumplía con su probation. Y que Eisenman, a quien le enviaron imágenes y una maqueta de su proyecto, quería viajar desde Estados Unidos para aparecer en la película pero no pudo hacerlo por cuestiones de salud.
A pesar de que la película llega a mostrar el Monumento terminado, falta la ceremonia de su inauguración oficial, a la que sus proyectistas fueron invitados a último momento. “Ni siquiera nos nombraron en los discursos”, se queja Nielsen. Fue la secuela final de los desencuentros políticos entre la dirigencia judía y el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner -comitente de la obra-, exacerbados a partir de la muerte del fiscal Alberto Nisman, en enero de 2015. Díaz asegura que, de no haberse concluido la obra, el documental existiría igual como la historia del “memorial que no fue”. Pero fue."

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